miércoles, 29 de octubre de 2014

¿A quién pertenece el significado de las palabras e imágenes?



Alfabeto fenicio
La construcción de una frase cualquiera es susceptible de aceptar diferentes interpretaciones, más o menos coincidentes. Lo que el emisor quiere transmitir puede ser entendido por el receptor de otra forma, incluso opuesta.

Una frase es un mundo abierto. Generalmente abarca unas cuantas palabras para expresar una idea (salvo excepciones como Joyce). Otro escritor irlandés, John Banville, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, expresa en su discurso dentro de la ceremonia de entrega  de los premios la ambigüedad que podemos encontrar en una frase cualquiera: <<El lenguaje de las frases abraza la realidad en un esfuerzo incesante por abarcarla, contenerla, expresarla. Vano esfuerzo, como debe ser. La esencia de la realidad se encuentra, esencialmente, fuera de nuestro alcance>>.
   
Una imagen es mucho más precisa, sea cual sea la representación del objeto, real o imaginario, porque tiene más información. La memoria visual es inmediata y nuestro cerebro la recuerda con precisión. Una imagen con alta calidad de 75x50 cm a 300 de resolución contiene 300 millones de bytes, mientras que la primera parte de Don Quijote de la Mancha requiere bastantes horas para leerla, y ocupa poco más de 1 millón de bytes. 

© Eduardo Ruigómez - Historia visual (2014)
Y sin embargo, parece claro que el espacio de la imagen carece de la ambiguedad del lenguaje oral, capaz de alcanzar cotas altas de expresión y flexibilidad, siempre dentro de un marco de flexibilidad que dinamiza la comunicación.

En Fahrenheit 451, película de ciencia ficción dirigida por François Truffaut, basada en la novela homónima de Ray Bradbury, podemos encontrar la ambición utópica de un mundo liberado de las letras, suplantadas de forma radical por una comunicación a través de imágenes.

Lo que en principio enriquece el lenguaje, sea textual o visual, requiere el esfuerzo del emisor y receptor para entenderse. ¿A quién pertenece el significado de las palabras?, ¿a quién pertenece el significado de las imágenes?, ¿al emisor, al receptor, o a los dos?

martes, 14 de octubre de 2014

Adiós Kowasa, adiós

Entrada a la librería y galería de Kowasa en Barcelona
  
Conocí a Hubert de Wangen a finales de 2012 en Barcelona. Me reuní con él para hablar sobre un proyecto de exposición en su galería dentro del espacio de Kowasa, una de las mejores librerías especializadas en fotografía que he conocido. Enseguida me sorprendió el cálido espíritu de su personalidad, la mejor expresión de un hombre tranquilo. Comentamos las imágenes que le iba mostrando, imágenes de fractura, de fin de un sueño dorado que se marchita, el quebranto de una época que arroja sus tesoros a la indolencia. 

Mientras observaba su mirada atenta, escrutaba en sus ojos señales de aprobación que relajaran mi ansiedad. Cuando él hablaba, dejaba asomar un cierto poso de melancolía. A pesar de su implicación, presentí enseguida que mi presencia en aquél espacio era tardía, quizás cinco o seis años de retraso. 

Me habló de las dificultades que tenía para mantener Kowasa. Y así ha sido: primero se desvaneció la galería y ahora se anuncia el cierre de la librería para final de año. A pesar de ello, me incorporó al programa de exposiciones de 2013, con la esperanza de poder mantener un tiempo más la galería. Pero no fue así, y la exposición no llegó a estrenarse.

Al final, el título de mi exposición, Frágil (El ruido metafísico de los sueños), resultó ser un presagio de los tiempos ruinosos en los que nos invade la desorientación y el abandono.

Deseo mucha suerte a Hubert, a Sandra y a todo el equipo de Kowasa. Podéis estar orgullosos de vuestra hazaña.

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Frágil (El ruido metafísico de los sueños) - Fragmento 
Eduardo Ruigómez 
2012
 
<<El viaje que nos modela derrama a nuestros pies caminos sinuosos.
Las grietas de la ruta son las arrugas de nuestra piel curtida.
Soportamos el peso que nos vence con la esperanza del visionario.

Ni Belleza sin Infierno, ni Poesía sin Baudelaire, ni Alma sin Cerebro.
¿Puedo pensar que el ruido existencialista es parte consustancial de lo que hacemos?
El ruido como metástasis motorizada de nuestro frágil cerebro.>>

martes, 7 de octubre de 2014

Forty Portraits in Forty Years

Si no pudisteis visitar la exposición de Nicholas Nixon hace unos años en la Fundación Mapfre, os recomiendo este reportaje actualizado con la incorporación de los últimos retratos de la serie The Brown Sisters:
http://www.nytimes.com/interactive/2014/10/03/magazine/01-brown-sisters-forty-years.html?ref=magazine

Disfrutad con esta serie apasionante, una delicada reflexión sobre el paso del tiempo.

Libro de Nicholas Nixon - Las hermanas Brown


Forty Portraits in Forty Years

Nicholas Nixon was visiting his wife’s family when, “on a whim,” he said, he asked her and her three sisters if he could take their picture. It was summer 1975, and a black-and-white photograph of four young women — elbows casually attenuated, in summer shorts and pants, standing pale and luminous against a velvety background of trees and lawn — was the result. A year later, at the graduation of one of the sisters, while readying a shot of them, he suggested they line up in the same order. After he saw the image, he asked them if they might do it every year. “They seemed O.K. with it,” he said; thus began a project that has spanned almost his whole career. The series, which has been shown around the world over the past four decades, will be on view at the Museum of Modern Art, coinciding with the museum’s publication of the book “The Brown Sisters: Forty Years” in November.

Who are these sisters? We’re never told (though we know their names: from left, Heather, Mimi, Bebe and Laurie; Bebe, of the penetrating gaze, is Nixon’s wife). The human impulse is to look for clues, but soon we dispense with our anthropological scrutiny — Irish? Yankee, quite likely, with their decidedly glamour-neutral attitudes — and our curiosity becomes piqued instead by their undaunted stares. All four sisters almost always look directly at the camera, as if to make contact, even if their gazes are guarded or restrained.

Susan Minot is a novelist and short-story writer

The New York Times - October 2014