Dos fotografías, dos instantes paralelos: Glasgow en 1946 y Bilbao en 1971, el río Clyde (¿de cloud, nublado, o de glide, deslizarse suavemente?) y el Nervión. Dos ciudades erigidas al amparo de la revolución industrial, cubiertas de niebla y humo. En la imagen de Glasgow, el humo negro invade la escena mientras en la superficie se aprecia una actividad intensa en los muelles. En la imagen de Bilbao, un ambiente apacible envuelto en la niebla suaviza la amenaza del dragador y los Altos Hornos. Rojo y negro, fuego y hollín. El cielo rojo y negro me lleva a Stendhal, excelente relator de las pasiones y nubarrones de la Restauración francesa. El cielo rojo y negro también evoca mis recuerdos, recorriendo en autobús a diario la ría camino del colegio.
Fotografía de Anthony Stewart - Glasgow. Río Clyde, 1946
Aunque el cielo de la fotografía de Glasgow es azul y negro, yo lo veo rojo y negro, los colores de la sucia belleza que comparte con Bilbao o, mejor, que compartían.
Lo mismo me sucede con mi fotografía de Bilbao en blanco y negro: quizás estos sean casi los colores de la realidad del momento, pero cada vez que veo esta serie de fotografías las asocio al rojo de los Altos Hornos y al negro del hollín reinante en el entorno. Y aún no había leído a Baudelaire. Siempre me atrajo aquel escenario único; de ahí la razón de ser esta serie tan personal de 1971.
Te acompaño y también a nuestra amiga en común Alejandra Pizarnik, guardiana de las buenas compañías, y que todos los día me recuerda estos versos fugitivos:
alguna vez alguna vez tal vez me iré sin quedarme me iré como quien se va
4 comentarios:
Me ha encantado tu post de hoy;=)
Y la fotos, preciosas!
Aunque el cielo de la fotografía de Glasgow es azul y negro, yo lo veo rojo y negro, los colores de la sucia belleza que comparte con Bilbao o, mejor, que compartían.
Lo mismo me sucede con mi fotografía de Bilbao en blanco y negro: quizás estos sean casi los colores de la realidad del momento, pero cada vez que veo esta serie de fotografías las asocio al rojo de los Altos Hornos y al negro del hollín reinante en el entorno. Y aún no había leído a Baudelaire. Siempre me atrajo aquel escenario único; de ahí la razón de ser esta serie tan personal de 1971.
cuando he visto la primera imagen he pensado en Bilbao... no andaba lejos
gracias por acompañarme
Te acompaño y también a nuestra amiga en común Alejandra Pizarnik, guardiana de las buenas compañías, y que todos los día me recuerda estos versos fugitivos:
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va
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