martes, 18 de febrero de 2014

No tienen a nadie que les confiese

Michel Deville -
Las confesiones del doctor Sachs
(1999)
Las confesiones del doctor Sachs, de Michel Deville, explora la relación de un médico de pueblo con sus habitantes. Al uso del cine francés, nos cuenta una historia sencilla, de los problemas de la gente, del día a día que nos desborda. 

El protagonista es el doctor Sachs, una persona que cura todas las rendijas dolientes de sus pacientes, ya sean del cuerpo o del alma. Sachs se convierte así en la guía médica, psicológica y afectiva que necesitan. Les escucha con atención, provocando el desahogo y el alivio. Su humanismo le infiere a convivir intensamente con la preocupación por los problemas de sus pacientes.

La evocación de esta película de hace catorce años surgió estas últimas semanas al leer en los periódicos anuncios corporativos con las reacciones de grandes empresas ante las situaciones de grave choque con sus empleados o clientes, según los casos. Y reflexionando a raíz del programa de televisión Salvados de hace dos días sobre la pobreza energética, en especial la entrevista con el presidente de Unesa, acabé por establecer la comparación de extremos con la película de Michel Deville.

No tienen a nadie que les confiese. ¿Será porque las empresas no tienen alma? Emulando las prácticas de Las confesiones del doctor Sachs, las grandes empresas acuden a la prensa como último recurso para justificar sus acciones, con la necesidad de ser comprendidas y aprobadas. Un espíritu turbado en busca del plebiscito aprobatorio de la sociedad. Pero hay una diferencia drástica con la película: las empresas oyen, pero no escuchan.

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