En Estados Unidos descubrí una forma diferente de enfrentarme al consumo. Un esquema simple tipifica lo que descubrí entonces: en el desayuno se leía un suplemento especial del periódico bien dotado de ofertas, fuesen libros, alimentos, moda o cualquier otra opción del mercado. Se resaltaban los mensajes más interesantes (interesante no implicaba lo que se necesita, sino lo que era más barato en ese momento) y se planificaba la ruta de la compra: primero los libros, luego la bebida, luego la ropa, etc. Una vez finalizada la tarea se regresaba con el maletero del coche cargado.
En aquella época la palabra hipermercado no existía en nuestro vocabulario, donde lo más sofisticado que existía eran algunas cadenas de supermercados. Aún faltaban casi diez años para que se inaugurara el primer hipermercado en España: un Alcampo en Zaragoza en 1981. Y ahí empezó el cambio de la forma de consumir. Conceptos como libre servicio o compra por impulso entraron en nuestra mente de manera inttuitiva mucho antes de aprender la terminología naciente. El consumidor robó el protagonismo a la distribución y se erigió en el rey del mambo: compro lo que quiero, donde quiero y cuando quiero. O lo que es lo mismo, se abrieron las puertas a un nuevo modelo de sociedad.
No entro a valorar lo bueno y lo malo ni de hace 30 años ni de ahora. Simplemente me da vértigo la evolución. Rescato este artículo, para compartirlo con quien quiera y que saque sus propias reflexiones.
Eduardo Ruigómez: Los supermercado norteamericanos en observación directa. Revista Sparco, octubre 1973. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario