A finales de 2002 asistí a la inauguración de una exposición de Joan Hernández Pijuan en la Galería Soledad Lorenzo. Hasta entonces no había tenido la oportunidad de conocer de cerca a uno de los pintores que desde hacía mucho tiempo seguía y apreciaba. Tuve la suerte de poder conversar un buen rato con él frente a sus cuadros y compartir juntos la cena que siguió con el pintor Fernando Sánchez-Calderón.
Este primer y último contacto directo con Hernández Pijuan fue muy atractivo. Y esto es lo que quiero resaltar ahora: estaba ante un hombre afable de hábitos sencillos. Con toda naturalidad me introdujo en el trasfondo de su obra, de cómo algo que parecía complejo en realidad era absolutamente simple y hermoso: ensimismado con la naturaleza, acostumbraba a pasear con su perro por el campo, espacio donde su imaginación desbordaba los límites de la realidad que lo rodeaba, convirtiendo los campos de trigo en geometrías infinitas de gran belleza.
Óleo sobre tela de Joan Hernández Pijuan - Azulejos (1996) |
En el texto del catálogo de la exposición, Mariano Navarro contaba una anécdota que confirmaba la mirada del pintor: cuando unos meses antes estaban contemplando las obras seleccionadas, Hernández Pijuan ocultó los cuadros cuyo tema era una montaña al tiempo que le indicaba que justo esa montaña era la que se veía por la ventana del estudio. Mariano Navarro se asomó y solo pudo ver un enorme ciprés ocultando la vista. Ante el desconcierto de su interlocutor, Hernández Pijuan le respondió con un deje de obviedad: <<Detrás, detrás de del ciprés está la montaña>>.
Fotografía de Eduardo Ruigómez - Geometría infinita (2014) |
2 comentarios:
Que bonito papi!!! 😘😘😘
Que bonito papi!!! 😘😘😘
Publicar un comentario