Desde el aire un helicóptero rastrea la zona. Va equipado con una cámara FLIR de infrarrojos que detecta el calor de los cuerpos. Dzhokhar no ve el helicóptero que merodea por el aire, tan solo escucha su zumbido. En cambio, desde la cámara del helicóptero no se ve la lona que oculta a Dzhokhar, pero sí se le ve a él.
Lo visible e invisible juegan al escondite: yo te veo pero tu no me ves.
Si la fantasía representa lo que no se ve, puedo imaginar el turbulento
proceso de Dzhokhar intentado descifrar lo que está sucediendo por
encima de su cabeza. En cambio la transparencia habita en el terreno de la realidad, lo que permite a los tripulantes del helicóptero captar toda la información que requieren. La la transparencia y la opacidad nos plantean dos formas distintas de entender lo que nos rodea, asumir lo que observamos y soñar lo que no alcanzamos.
Dice Joshua Meyrowitz en un artículo sobre las nuevas visibilidades (Revista de Occidente nº 386-387) que los humanos hemos sido seres miopes por naturaleza durante milenios.
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