lunes, 17 de marzo de 2014

¿Herederos de la Tierra?

Emigro de los paisajes surrealistas de Magritte a los paisajes rotos de Europa. En el número de primavera de 1974 de la revista americana Horizon: A Magazine of the Arts aparece un artículo de Edmond Taylor sobre los movimientos separatistas que cohabitan en Europa, proyectando al futuro un escenario sin grandes cambios en el que se preservarán de la extinción las lenguas minoritarias. La vieja Europa aparece como un mapa roto por viejas heridas que nunca acaban de cicatrizar.

Arnold J. Toynbee
Un escenario de desencuentros e imposibles reconciliaciones que invita a elevarnos a mayor escala. Y lo hago de la mano del historiador Arnold J. Toynbee. En el verano de 1974, un año antes de morir, publica un artículo también en Horizon en donde reflexiona sobre el futuro del liderazgo mundial. En el texto citado explora la evolución del liderazgo de las potencias mundiales, cómo se comportan en función de las huellas culturales que les da forma. 

Con la Revolución Industrial Occidente logró una enorme influencia apoyándose en un mensaje muy simple basado en la válvula que controla la codicia humana: la búsqueda del propio interés es la mejor receta para lograr el máximo nivel de bienestar social. Dos siglos después de practicar ese espíritu rapaz, comprobamos que es una aventura fallida. Toynbee sugiere que la desunión social inhabilita a Occidente a liderar políticamente el mundo. En paralelo analiza el caso de China, a la que ya en esas fechas vaticina un futuro poderoso. Ve a China capaz de lograr el liderazgo de forma sólida, porque dentro de sus inmensas dimensiones ha sido plenamente eficaz de mantener unidas a millones de persona con una relativa paz estable, al tiempo que han tenido éxito a la hora de asimilar una ideología extranjera, el Budismo, de una manera que ha beneficiado a la civilización indígena. La fuerza de China reside en la unidad de sus habitantes.

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