miércoles, 28 de mayo de 2014

El sigilo de Dujardin resplandece en manos de Joyce, Proust y Beckett

   Edouard Dujardin - Han cortado los laureles
   Editorial Alianza Tres, (1973)



 Édouard Dujardin
Han cortado los laureles

"Una tarde de crespúsculo, de aire lejano, de cielos profundos; de ruidos, de sombras, de multitudes; de espacios infinitamente extendidos; una vaga tarde...

Pues bajo el caos de las apariencias, entre las duraciones y los lugares, en la ilusión de las cosas que se engendran y se crían, uno entre los demás, uno como los demás, distinto de los demás, parecido a los demás, uno el mismo y uno más, del infinito de posibles existencias, surjo; y he aquí que el tiempo y el lugar se precisan; es el hoy; es el aquí; la hora que suena; y, alrededor de mí, la vida, la hora, el lugar, una tarde de abril, París, una clara tarde de crepúsculo, los ruidos monótonos, las casas blancas, los follajes de sombras; la tarde más suave, y una alegría de ser alguien, de ir; las calles y las multitudes, y, en el aire muy lejanamente extendido, el cielo; París canta alrededor, y, en la bruma de formas percibidas, suavemente encuadra la idea."
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Édouard Dujardin
Édouard Dujardin (1861-1949) publica en 1888 su novela de referencia, Han cortado los laureles, donde el pensamiento ininterrumpido deja fluir la conciencia del protagonista. En 1934 dio una conferencia en Les Amis de 1914 event sobre Joyce.

James Joyce (1882-1941) nace veintiún años más tarde que Dujardin, lo que le permite inspirarse en Dujardin y desarrollar hasta lo inimaginable la técnica del monólogo interior en su obra Ulises (1922).

Marcel Proust (1871-1922), es diez años más joven que Dujardin. También hereda el estilo del monólogo interior, y ambos comparten en sus obras la sensibilidad a la hora de describir los pensamientos y sentimientos de sus personajes.

Ironías de lo que escapa a los dominios lo humano: Dujardin sobrevive a sus herederos y, mientras aguanta, los inmortaliza desde su destierro en la Tierra.
 
Menú del Dejeuner "Ulysse" en el Hotel Léopold en Les Vaus de Cernay  (1928)

En 1928 se celebra un almuerzo, Déjeuner "Ulysse", en el Hotel Léopold en Les Vaus de Cernay, cerca de Versalles, para celebrar la edición francesa de Ulises de Joyce. La imagen muestra la copia del menú de Madame Marie Scheikévitch, amiga de Marcel Proust, con algunas de las firmas de los presentes: James Joyce, Edouard Dujardin, Paul Valery, Adrienne Monnier y otros. Uno de los invitados, Samuel Beckett (1906-1989), es descrito por James Joyce en una carta de Valery Larbaud como uno de los "dos irlandeses jóvenes desenfrenados" en la reunión. James Knowlson, en su biografía de Beckett, Damned to Fame (Simon and Schuster, 1996), escribe que cuando le preguntó a Beckett dónde estaba él en la foto del grupo tomada en el almuerzo, Beckett respondió: "Probablemente debajo de la mesa".  


miércoles, 21 de mayo de 2014

VROOOOMING

© Eduardo Ruigómez - Ruido noctámbulo (2014)
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Alex Ross escribió en 2009 un libro ambicioso sobre la música del siglo XX, "El ruido eterno", que abarca una gran variedad de músicos que van desde Richard Strauss a The velvet Underground. Mi interpretación del concepto ruido eterno se acerca al existencialismo de Kierkegaard, asumiendo la música como una experiencia única, individual, con todos los sentidos, con toda la subjetividad de lo infinito, igual que la evanescencia fugaz de unas notas que sobrevienen a otras, la esencia de lo efímero, el intenso placer, la tensa sensación de la totalidad.

Robert Graves, en su libro Difficult questions, easy answers nos sugiere que las aves persuadieron a los hombres a imitar el cariñoso canto de los gallos en sus relaciones con las gallinas. De ahí al siglo XX hay un largo recorrido apasionante. No sé si la música que componemos es sucedánea del gorjeo de las aves, pero sí está claro que la creación musical ha sido intensiva dentro de una admirable evolución cultural y humanista.

© Eduardo Ruigómez - VROOOOM (2010)
Sin embargo, a veces el ruido eterno se transforma en pesadilla. Si salimos afuera del territorio cultural, el ruido suele quedarse en manifestaciones de sonidos desgradables, lo más parecido a un zumbido inarticulado. Si los pájaros de Robert Graves necesitan cantar más alto para comunicarse en las ruidosas ciudades, supongo que puede entenderse que los ciudadanos estemos indefensos contra un ruido estrepitoso, generalizado en todo tipo de manifestaciones: aceras convertidas en bares bulliciosos a todas horas, sonidos de televisores que traspasan tabiques, motos y coches siempre acelerados sin piedad de los peatones, todo tipo de instrumentos de jardinería como sopladoras de hojas o motosierras infernales que invaden las calles... 

¿Hay alguien al otro lado de la pantalla que puede solucionar esto? VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOO VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM...







viernes, 16 de mayo de 2014

Nostalgia de los paraísos perdidos


Era un pueblo parecido al de Asterix, tranquilo y olvidado del resto del mundo. Ni siquiera salía en los mapas. Era lo más parecido a un paraíso. Si Proust hubiese podido acercarse a Noja por los años 70, es posible que los escenarios de su querido Balbec junto al mar los habría cambiado por Noja para su novela En busca del tiempo perdido, especialmente la 2ª parte, A la sombra de las muchachas en flor.

© Eduardo Ruigómez - Costa de Noja (2006)

A partir de los ochenta empezaron a llegar los romanos, una invasión en regla de centurias sedientas por renovar y modernizar el pueblo. Al igual que los antiguos romanos, tienen gran afición a la construcción, de lo cual han ido dejando a lo largo de los años una exhibición de sus gustos, poderío y técnica, básicamente centrados en el ladrillo y el cemento. Poco a poco las casas, casucas y casonas empezaron a ser desplazadas por edificios verticales con ascensores, garajes y negocios en los bajos. Del mismo modo, los callejos abrigados por castaños sucumbieron ante el asfalto y las aceras.

Y llegamos a la actualidad. En estos momentos puede suceder que desaparezca uno de los últimos resquicios del paraíso: la costa del pueblo: dos playas, Trengandin y Ris, unidas por una costa rocosa y boscosa, por cierto bastante abandonada. Ese pequeño tesoro no tiene quién le defienda frente a un proyecto para levantar un puerto deportivo donde hay rocas y calas.

Si quieres parar el deterioro de la costa de Noja, puedes firmar aquí:
No a la construcción del puerto deportivo de Noja y retirada total del proyecto


© Eduardo Ruigómez - Costa de Noja entre las playas de Trengandin y Ris (2010)

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Si en el norte vemos la destrucción de lo bello, en el sur asoma la construcción de lo esperpéntico. El mejor ejemplo es Cabo de Gata. En ambos casos (como miles y miles a lo largo de las costas de España), detrás campa la voracidad de unos pocos frente a la impotencia de la mayoría. El resultado final siempre materializa en el deterioro de nuestras costas y me temo que las nuevas leyes del medio ambiente van a estimular numerosas iniciativas nocivas para nuestras costas.

© Eduardo Ruigómez - Cabo de Gata - Hotel El  Algarrobico (2013)

Me gusta el Cabo de Gata a través de las fotografías de Manuel Falcés y los textos del poeta José Ángel Valente, editado por la Fundación Unicaja. Su libro, evidentemente, no refleja la presencia del Hotel Algarrobico. El destino de este edificio intruso está en manos de la Justicia, que en su día ordenó detener la construcción por estar en un zona de suelo no urbanizable de especial portección, según sentencia firme e irrevocable de marzo de 2012 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, declarando ilegal edificio y obligando a su demolición para devolver al espacio a su estado original. 

En marzo de 2014, el mismo tribunal ha declarado urbanizable el suelo del hotel. El edificio está casi terminado y paralizado desde 2006. Hay varios litigios sobre la urbanizabilidad del suelo y sobre las licencias de construcción. La sentencia ha sido recurrida ante el Tribunal Supremo.


© Manuel Falcés y José Ángel Valente - Cabo de Gata




jueves, 15 de mayo de 2014

¡Poderoso ombligo!

© Eduardo Ruigómez - Disputa por un ombligo (1975)


Me apetece especular con una escena paradójica en el Paraíso a partir del sexto día de la Creación, donde Adán y Eva disfrutaban de una vida plena y eterna, rebosante de felicidad, sin problemas ni necesidades que cubrir. Me pregunto si en esos tiempos supuestamente infinitos, quebrados más tarde a raíz de la expulsión, ¿cómo era Eva? La primera mujer de la creación aun no necesitaba un ombligo. 

El ombligo, supongo, tuvo que surgir tras la caída de Adán y Eva. Hasta entonces no habían tenido roles previstos sobre la cuestión planteada, pero con la llegada de la concepción de Caín cambiaban las cosas. A partir de aquí la fantasía entra en el escenario y podemos imaginar una batalla campal entre Adán y Eva por la apropiación del simbólico ombligo.

Como dato curioso, en la Wikipedia se menciona una tribu aborigen australiana, los Anmatyerr, cuyos miembros pensaban que los llamados «muris» o «gérmenes de los niños» se escondían tras las rocas o los árboles esperando entrar en las mujeres por el ombligo para embarazarlas, sin relacionar realmente el orificio de dar a luz con el de la concepción.

martes, 13 de mayo de 2014

El punto de fuga siempre nos conduce al paraíso

Fotografía de Eduardo Ruigómez - Punto de fuga (2013)


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Me pilló en un momento que paseaba abstraído en algo que ahora no recuerdo, seguramente banal, quizás placebo para tranquilizar el ánimo. Se acercó y me pidió ayuda para orientarle a encontrar el camino al paraíso. Una petición un tanto extraña, ¿acaso existe el paraíso en este mundo? 

El hombre miraba de forma nerviosa a uno y otro lado, como si su destino estuviera a la vista. Hice un esfuerzo por intuir lo que buscaba, y mirándole a sus ojos temblones, le pedí más detalles de su destino con el mejor deseo de facilitarle la consecución de su objetivo. Por respuesta sólo obtuve un incoherente soliloquio de paraíso-paraíso-paraíso... Me acordé de Dante, los Talking Heads, El Dueso, Dvorák y, por último, del socorrido Milton. Pero todos esas referencias eran lejanas y poco prácticas. 

Mi interlocutor no parecía desatascar su desesperanza, así que le propuse seguir caminando juntos, tiempo en el que podría sonsacarle pormenores de su destino. La ruta improvisada nos condujo por una extraña senda de muros carcelarios a un lado y selva excesiva al otro lado. El entorno solitario agigantaba el silencio del viento. Nos detuvimos un instante, momento que aprovechamos para girar en redondo y registrar de un vistazo el entorno. Y entonces él habló.

<<Aquieta, hermano, nuestra voluntad
la caridad, haciendo que queramos
sin más ansiar, aquello que tenemos.


Si estar más elevadas deseásemos,
este deseo sería contrario
a lo que quiere quien aquí nos puso;


lo cual, como verás, es imposible,
si estar en caridad aquí es necesse
y consideras su naturaleza.


Esencial es al bienaventurado
con el querer divino conformarse,
para que se hagan unos los quereres;


y así el estar en uno u otro grado
en este reino, a todo el reino place
como al Rey que nos forma en sus deseos.


Y en su querer se encuentra nuestra paz:
y es el mar al que todo se dirige
lo que él crea o lo que hace la natura.»


Vi claramente entonces cómo el cielo
es todo paraíso, etsi la gracia
del sumo bien no llueva de igual modo.>> *


Retomamos el paseo. Trás un recodo angosto, la vereda se estiraba en una larga recta hasta un lejano horizonte diáfano, rebosante de luz. El paraíso salió a nuestro encuentro.

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* Dante - La divina comedia / Paraíso



domingo, 11 de mayo de 2014

Los ecos silenciosos de Lois

Video de Lois PatiñoMountain in Shadow (fragmento, 2014)




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La montaña impone su presencia de dominio absoluto. Es poderosa, grandiosa, casi abarca el infinito. En sus entrañas hay vida minúscula, pero no altera la paz reinante. Si observamos con detalle, comprobaremos que algo perturbador sucede.

Como en un Tableau vivant, los personajes de Lois Patiño deambulan aparentemente estáticos, erráticos, silenciosos. La escena es hipnótica, envuelta en el misterio de la nada, sin origen ni destino, abandonados entre los ecos que envuelven la atmósfera de silencio. Son almas perdidas en el limbo, donde nada sucede, sólo implica un estar sin estar.

Exposición: Eco de la Imagen, Lois Patiño
Sede: La New Gallery

Calle de Carranza, 6
Ciudad: Madrid
País: España
Fechas: Del 4 de abril al 31 de mayo de 2014