viernes, 12 de febrero de 2016

La unión y sociedad de los hombres precede al amor del saber


"... como los enjambres de las abejas no se congregan para construir los panales, sino que siendo animales sociables por naturaleza forman los panales, de igual forma los hombres, pero todavía más unidos por la naturaleza, ponen a su disposición de todos su capacidad de obrar y pensar. Así pues, si esa virtud, que tiene su fundamento en la conservación de la sociedad humana no acompaña a la ciencia, el conocimiento puede parecer algo solitario y estéril, e igualmente la grandeza del alma separada del sentimiento que considera a los hombres parte de una sola familia se convierte en una especie de ferocidad y de crueldad. De esta forma sucede que la unión y sociedad de los hombres precede al amor del saber." 
 
 Cicerón: Sobre los deberes (44 a.C)
 
Rabindranaz Tagore
Stephan Zweig, en su libro Momentos estelares de la humanidad, nos da una de las claves para entender la caída de Roma: acude a Cicerón para contarnos el por qué de ese momento histórico. Cicerón previó con antelación la decadencia, observando el hecho de que las conquistas romanas sólo lo eran de carácter militar, nunca conquistas justas, ni humanistas. 

Stephan Zweig
Las enseñanzas que nos ofrecen Cicerón y Stephan Zweig ayudan a centrarnos en lo que debería ser la guía que rija una convivencia cívica. Es la Educación lo que más importa. Tiene prioridad absoluta, por encima de la mayoría de materias e intereses que se cruzan en nuestro camino todos los días. La Educación es la base de la formación que nos hace humanos, seres civilizados capaces de convivir con los demás. La herencia de Sócrates, la escuela de Rabindranaz Tagore, la enseñanza humanista practicada durante mucho tiempo en Estados Unidos, o la aventura apasionante de Martha C. Nussbaum en defensa de un humanismo que nos regenere.


Imagino a Cicerón en sus últimos años, dedicado a escribir un libro de consejos para su hijo Marco que le permitiese comportarse como un hombre social antes que un guerrero o, lo que sería en nuestro tiempo, un triunfador codicioso. Quizás en algún momento de cansancio cierra los ojos y en sueños se le aparece un gran muro, como el de Berlín, o el de la Gran Muralla China, o el de Israel o los que empiezan a surgir en Europa. Y cuando despierta de la pesadilla comprende que su libro acabará en la hoguera a su muerte, las guerras seguirán sin freno y la ambición arruinará la unión y sociedad de los hombres.

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