viernes, 16 de mayo de 2014

Nostalgia de los paraísos perdidos


Era un pueblo parecido al de Asterix, tranquilo y olvidado del resto del mundo. Ni siquiera salía en los mapas. Era lo más parecido a un paraíso. Si Proust hubiese podido acercarse a Noja por los años 70, es posible que los escenarios de su querido Balbec junto al mar los habría cambiado por Noja para su novela En busca del tiempo perdido, especialmente la 2ª parte, A la sombra de las muchachas en flor.

© Eduardo Ruigómez - Costa de Noja (2006)

A partir de los ochenta empezaron a llegar los romanos, una invasión en regla de centurias sedientas por renovar y modernizar el pueblo. Al igual que los antiguos romanos, tienen gran afición a la construcción, de lo cual han ido dejando a lo largo de los años una exhibición de sus gustos, poderío y técnica, básicamente centrados en el ladrillo y el cemento. Poco a poco las casas, casucas y casonas empezaron a ser desplazadas por edificios verticales con ascensores, garajes y negocios en los bajos. Del mismo modo, los callejos abrigados por castaños sucumbieron ante el asfalto y las aceras.

Y llegamos a la actualidad. En estos momentos puede suceder que desaparezca uno de los últimos resquicios del paraíso: la costa del pueblo: dos playas, Trengandin y Ris, unidas por una costa rocosa y boscosa, por cierto bastante abandonada. Ese pequeño tesoro no tiene quién le defienda frente a un proyecto para levantar un puerto deportivo donde hay rocas y calas.

Si quieres parar el deterioro de la costa de Noja, puedes firmar aquí:
No a la construcción del puerto deportivo de Noja y retirada total del proyecto


© Eduardo Ruigómez - Costa de Noja entre las playas de Trengandin y Ris (2010)

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Si en el norte vemos la destrucción de lo bello, en el sur asoma la construcción de lo esperpéntico. El mejor ejemplo es Cabo de Gata. En ambos casos (como miles y miles a lo largo de las costas de España), detrás campa la voracidad de unos pocos frente a la impotencia de la mayoría. El resultado final siempre materializa en el deterioro de nuestras costas y me temo que las nuevas leyes del medio ambiente van a estimular numerosas iniciativas nocivas para nuestras costas.

© Eduardo Ruigómez - Cabo de Gata - Hotel El  Algarrobico (2013)

Me gusta el Cabo de Gata a través de las fotografías de Manuel Falcés y los textos del poeta José Ángel Valente, editado por la Fundación Unicaja. Su libro, evidentemente, no refleja la presencia del Hotel Algarrobico. El destino de este edificio intruso está en manos de la Justicia, que en su día ordenó detener la construcción por estar en un zona de suelo no urbanizable de especial portección, según sentencia firme e irrevocable de marzo de 2012 del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, declarando ilegal edificio y obligando a su demolición para devolver al espacio a su estado original. 

En marzo de 2014, el mismo tribunal ha declarado urbanizable el suelo del hotel. El edificio está casi terminado y paralizado desde 2006. Hay varios litigios sobre la urbanizabilidad del suelo y sobre las licencias de construcción. La sentencia ha sido recurrida ante el Tribunal Supremo.


© Manuel Falcés y José Ángel Valente - Cabo de Gata




1 comentario:

Eduardo Ruigómez dijo...

Me llega este mensaje:

He ojeado el blog y sinceramente me ha parecido que está muy bien. Especialmente me ha hecho ilusión cuando hablas de Proust y los veraneos con su abuela en Balbec y la relación que establece con lo que fue Noja. Este verano he realizado mi segundo intento de leer En busca del tiempo perdido pero me quedé en Sodoma y Gomorra. Lo retomaré.

Me pareció entender ¡Que igual puerto deportivo en Noja eh¡ Es un poco extraño porque; ¿se puede tener talento para poder joder el pueblo más de lo que está?