miércoles, 21 de mayo de 2014

VROOOOMING

© Eduardo Ruigómez - Ruido noctámbulo (2014)
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Alex Ross escribió en 2009 un libro ambicioso sobre la música del siglo XX, "El ruido eterno", que abarca una gran variedad de músicos que van desde Richard Strauss a The velvet Underground. Mi interpretación del concepto ruido eterno se acerca al existencialismo de Kierkegaard, asumiendo la música como una experiencia única, individual, con todos los sentidos, con toda la subjetividad de lo infinito, igual que la evanescencia fugaz de unas notas que sobrevienen a otras, la esencia de lo efímero, el intenso placer, la tensa sensación de la totalidad.

Robert Graves, en su libro Difficult questions, easy answers nos sugiere que las aves persuadieron a los hombres a imitar el cariñoso canto de los gallos en sus relaciones con las gallinas. De ahí al siglo XX hay un largo recorrido apasionante. No sé si la música que componemos es sucedánea del gorjeo de las aves, pero sí está claro que la creación musical ha sido intensiva dentro de una admirable evolución cultural y humanista.

© Eduardo Ruigómez - VROOOOM (2010)
Sin embargo, a veces el ruido eterno se transforma en pesadilla. Si salimos afuera del territorio cultural, el ruido suele quedarse en manifestaciones de sonidos desgradables, lo más parecido a un zumbido inarticulado. Si los pájaros de Robert Graves necesitan cantar más alto para comunicarse en las ruidosas ciudades, supongo que puede entenderse que los ciudadanos estemos indefensos contra un ruido estrepitoso, generalizado en todo tipo de manifestaciones: aceras convertidas en bares bulliciosos a todas horas, sonidos de televisores que traspasan tabiques, motos y coches siempre acelerados sin piedad de los peatones, todo tipo de instrumentos de jardinería como sopladoras de hojas o motosierras infernales que invaden las calles... 

¿Hay alguien al otro lado de la pantalla que puede solucionar esto? VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOO VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM VROOOOM...







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